19 abril, 2007

Ahora eres el amo anónimo del mundo, ése sobre el que la historia no tiene ya prisa alguna, ése que no siente ya a la lluvia caer, ése que no ve ya a la noche llegar.
No sabes más que de tu propia evidencia: la de tu vida que continúa, la de tu respiración, la de tu paso, la de tu caída. Ves a la gente ir y venir, las multitudes y las cosas hacerse y deshacerse.
Ves, en la vitrina minúscula de una mercería, un cortinado sobre el que tus ojos se quedan repentinamente fijos: sigues de largo: eres inaccesible.


Georges Perec, Un homme qui dort