18 septiembre, 2007
NOTA: un diario que reconoce a su autor y lo sabe vivo y lo rememora (a veces) como (apenas) un producto de él no es más que un perfecto sospechoso: cuando una vida es prácticamente dos o tres instantes. Adhiramos ahora (también) a que su autor (no es de extrañar) comienza (él mismo) en el diario. Que su autor se ocasiona. Que su autor escribe mal.
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